Afinar es imposible!

¿Sabías que afinar es imposible, y que toda la música está desafinada?

La afinación es como un sudoku mal hecho, donde las sumas nunca dan bien.

Este es un tema súper complejo, en que juega la acústica, la matemática, la historia, la cultura y todo, así que vamos a intentar algo en unas pocas líneas.

Afinar, técnicamente, es ajustar los sonidos musicales a una escala. Las escalas son inventos de la cultura, pero tienen también relación con cuestiones físicas y matemáticas.

El primero que escribió sobre esto cosas que aún se consideran correctas fue el capo de Pitágoras. Los griegos tenían instrumentos de cuerdas, como la Lira, y Pitágoras, que no se bajaba de ninguna, estudió las cuerdas y descubrió nada menos que la capacidad de las cuerdas de producir sonidos y resonar en varias frecuencias, y que esas frecuencias estaban relacionadas por una relación geométrica con la longitud de la cuerda. La geometría, para Pitágoras y su peña, era la ciencia de los dioses, así que esto le voló la peluca. Ese descubrimiento es la semilla del desarrollo posterior de la llamada serie armónica, que es una construcción matemática que se usa todo el tiempo para entender el sonido y en particular, la música, que está compuesta por frecuencias que son múltiplos sucesivos de la frecuencia fundamental.

Pitágoras descubrió que naturalmente, los griegos afinaban las distintas cuerdas de la lira usando los armónicos de las cuerdas, que el mismo método que hoy usamos a veces para afinar una guitarra, y por lo tanto en frecuencias con una relación matemática muy simple.  Y eso le flipó totalmente: la matemática, se dijo, produce la belleza. Desde allí, el siglo V ac, viene esa idea de que “la música es matemática”. Spoiler. No lo es. Al menos no lo es solamente. Del mismo modo que la pintura no es solo geometría. La música, es decir, la forma de arte basada en el sonido y el tiempo de desarrolló mucho más allá de esa simple relación matemática que descubrió Pitágoras, pero en las escalas que usamos, incluso en las escalas antiguas, las escalas orientales de microtonos, la afinación continua de los instrumentos de cuerda frotada, la coincidencia de armónicos entre los sonidos que las componen sigue siendo un eje que ordena todo. Cuando los componentes armónicos de los diferentes sonidos que se mezclan en la música se superponen en frecuencia, los distintos elementos se funden y generan colores nuevos y en general placenteros, porque resultan menos estresantes al oído. Y esta cuestión puramente acústica es UNA de las bases de toda la armonía, y sibre todo EXPLICA la forma en que evolucionó la teoría de la orquestación clásica, en la que la forma en que funcionan mejor ciertas combinaciones de instrumentos que otras tiene que ver son esa superposición de armónicos.


Pero hay dos problemas insalvables en este método:

Por una parte, supongamos que partimos de una nota primigenia, un do, por ejemplo, y a partir de esa frecuencia calculamos todas las notas de la escala como coincidencias perfectas con sus armónicos, y sus octavas como potencias de dos de esos armónicos. O calculamos el sol como el quinto armónico del do, luego el re como el quinto armónico de sol, y así sucesivamente hasta completar el ciclo de quintas. El problema es que en ninguno de esos sistemas todos los acordes van a sonar afinados. Porque calcular un mi como una de las octavas inferiores del 5to armónico de do no da el mismo resultado que calcularla por el método de las quintas, yendo del tercer armónico del do, al del sol, luego al del re, al del la, y así llegar al mi. Y eso por qué es un problema? Porque un la y un mi, que son una quinta justa, van a sonar afinados cuando la escala se afinó por el método de las quintas, pero si ese mi lo usamos como la tercera de un acorde de do mayor, va a sonar como el culo.

El segundo problema es que los instrumentos acústicos nunca emiten una serie armónica perfecta en cada nota, y sus armónicos se van desviando de los múltiplos perfectos que imaginó Pitágoras. Y por eso, por ejemplo, el piano no se afina en octavas perfectas sino que se acortan levemente para propiciar que los armónicas altos de las teclas graves (que aún quedan en el espectro audible) no se agarren a piñas con las fundamentales de las notas medias y altas.

Por eso muchas afinaciones antiguas se desarrollaron propiciando los acordes, o tonalidades que se consideraban más “importantes” en el contexto. Hasta que llegó la invención del frecuencímetro, la teoría de quien? Claro! Del amigo Fourier y se comprendió matemáticamente todo este problema, y se desarrolló el llamado “temperamento igual”, que es una lista de frecuencias que privilegia los armónicos cercanos de cada nota, y hace una especie de promedio de tal modo que sea posible tocar en todas las tonalidades sin mandar ningún acorde al exilio… y aunque ninguna está perfectamente afinada, todas están igualmente desafinadas de un modo tolerable.

Y por eso amiguitos, salvando experimentos sonoros con sintetizadores o contextos armónicos muy simples, la música de las esferas de Pitágoras, esa de consonancias perfectas, es imposible, como todos los ideales platónicos de su época, y no existe la música completamente afinada.

Aquí te dejo algunos enlaces que te pueden interesar:

https://musicologiaempirica.wordpress.com/2018/05/28/breve-historia-de-los-sistemas-de-afinacion/

https://www.youtube.com/watch?v=oIa0xZd-55w&ab_channel=TeresaCampos

https://amath.colorado.edu/pub/matlab/music/MathMusicSlides.pdf

https://musicologiaempirica.wordpress.com/2018/05/28/breve-historia-de-los-sistemas-de-afinacion/

Las válvulas no son mágicas

¿Por qué nos gustan tanto los amplis de válvulas?

Son más caros, frágiles, pesados y menos confiables que los de estado sólido. Y, sin embargo, siguen siendo los reyes de los amplis se guitarra. ¿Por qué? 

Para entenderlo primero tenemos que volver a la serie armónica. La serie armónica es un conjunto de frecuencias que son múltiplos de una frecuencia fundamental. A los componentes superiores les llamamos armónicos. 

Y pasa algo curioso: Si hacemos el cálculo de los armónicos de la frecuencia fundamental de una nota musical, vemos que los primeros armónicos pares coinciden con las fundamentales de las primeras octavas y una quinta de esa nota. Y esas notas suelen funcionar bien en casi cualquier contexto musical. En cambio, los primeros armónicos impares incluyen la tercera mayor, la séptima menor y hasta una cuarta aumentada, que pueden funcionar bien en algunas armonías pero en otras definitivamente no. Nuestro oído no siempre distingue estos armónicos por separado, pero cuando aparecen estos componentes en una nota musical, su impacto es en el tono, en el timbre de ese sonido, es bastante claro. 

Por otra parte, todos los amplificadores generan algún tipo de distorsión, por más pequeña que sea. Los circuitos que válvulas que se usan en los amplis de guitarra, cuando distorsionan, tienden a producir más armónicos pares, mientras que los de transistores generan más armónicos impares, y eso ya nos da una idea de por qué las distorsiones valvulares nos suenan más dulces o musicales que las de transistores, que suenan más agresivas o metálicas.

Además, y esto es súper importante, en estos circuitos esta distorsión armónica “agradable” aparece ya desde bajos volúmenes, generando un timbre particular y mayor volumen percibido. ¿Por qué? Porque esos armónicos suelen caer en el rango de 1-3 kHz, justo donde nuestro oído es más sensible, enriqueciendo el sonido y dándole más cuerpo, lo que influye en cómo tocamos y hasta en los acordes que elegimos. Casi como si el ampli fuera parte del instrumento. Pero si eres guitarrista, esto ya lo sabías.

Las válvulas no son mágicas, y al final el sonido va a depender de muchos aspectos del circuito. Además, no es lo mismo usar un ampli como fuente de distorsión armónica que simplemente como amplificador. Y por eso nunca vas a ver válvulas en la cadena de monitoreo de un estudio. 

Como ves, hay una comprensión física y matemática bastante clara de por qué nos gustan las válvulas, y aunque algunos se ponen nostálgicos, eso hace posible que las simulaciones digitales sean cada vez mejores, y ya estén reemplazando de a poco a los armarios de cristal.

Aquí debajo te dejo unos enlaces con más información.

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Curvas de Isofonía

¿Por qué una orquesta sinfónica necesita 8 contrabajos pero le sobra con un solo flautín y  un solo triángulo?

Cuando en la Bell Telephone empezaron a medir las señales usando decibeles, se dieron cuenta de una cosa rara: el oído podía escuchar algunas frecuencias con más facilidad que otras, y esto hacía que fuera necesaria mucha más energía para amplificar algunas frecuencias. Y esto llevó a estos señores, Harvey Fletcher y Wilden Mundson, a diseñar un experimento muy famoso. 

Agarraron un grupo de gente, les regalaban un sanguche y una coca, y les ponían unos auriculares con un tono de referencia de 1 kHz, y luego les pedían que ajustaran el nivel en decibeles de distintos tonos de distintas frecuencias hasta que ellos los percibían como del mismo volumen. Como no hay dos oídos iguales, las respuestas variaban, así que promediaron todo y con esa información dibujaron unas curvas a las que les pusieron “Curvas de nosotros dos”, o curvas de isofonía. 

Las curvas de Fletcher-Mundson se leen así: Todas las intensidades de una misma curva se escuchan con el mismo volumen percibido. Es decir: 10 dB SPL a 1KHz producen el mismo volumen percibido que 60dB SPL a 45Hz y que 20dB SPL a 10KhZ. Pero no solo muestran que no escuchamos con la misma intensidad todas las frecuencias, sino que percibimos los sonidos de un modo más equilibrado a un volumen alto. Y por eso amiguitos: no hay que mezclar a un volumen muy alto para evitar la fatiga, pero tampoco muy bajo. 

También muestran que somos capaces de escuchar incluso por debajo del 0dB SPL en la zona entre 1 y 6 KHz. Y este descubrimiento les moló un montón porque con esta información le ahorraron muchísimo dinero a sus patrones, que pudieron limitar el ancho de banda de audio de los teléfonos a las zonas de mayor rendimiento. Y es por eso que hoy los teléfonos suenan así, la radio AM sonaba así, y los megáfonos suenan así.

A partir de este descubrimiento se desarrollaron también las curvas de ajuste que normalmente se llaman ponderadas, o “Decibeles A, B y C”, De ahí también viene el botón de Loudness de los equipos HIFI, los decibeles LUFS, y otro montón de cosas que te voy a explicar en otra de estas.

Y también es la razón por la cual el triángulo que aparece ahí solito en el tercer movimiento del concierto en sol de Ravel es más inquietante y estridente que toda la fila de contrabajos y cellos que golpean debajo. Y que en La danza de la Tierra de La consagración de la primavera se puede escuchar claramente EL flautín (UN flautín) a pesar de que está toda la orquesta haciendo un quilombo tremendo. 

Vamos a seguir con el tema. Síguenos en Instagram, déjanos un comentario, y escríbenos para que mezclemos tu música o para venir a grabar tu música en audio y en video en La Cafetera.

Aquí te dejo algunos enlaces que te pueden servir para ampliar sobre el tema:

http://www.mp3-tech.org/programmer/docs/IS-01Y-E.pdf

http://www.sengpielaudio.com/Fletcher-MunsonIsNotRobinson-Dadson.pdf

https://www.phys.unsw.edu.au/jw/hearing.html

https://www.uv.es/uvweb/fisica/es/catalogo-demos/oscilaciones-ondas/sensibilidad-acustica-curvas-isofonicas-1286053998285/DemoExp.html?id=1286110789115

¿Qué es un decibel?

Para empezar, un decibel no es una unidad, es una transformación matemática. Una unidad física es una cantidad de referencia de una determinada magnitud. Es una cantidad que no cambia. Un kilo pesa lo mismo que cualquier otro kilo de cualquier cosa, y un metro de cualquier cosa tiene la misma longitud que cualquier otra cosa uqe mida un metro. Con el decibel no pasa eso.

Concretamente, el decibel es 10 veces el logaritmo de la división entre la cantidad que medimos y una cantidad fija de referencia. Esta fórmula tiene algunas propiedades que son útiles para trabajar con señales de muchos tipos, y por eso las usamos (con leves variaciones) para medir presión sonora, pero también voltaje, potencia eléctrica, etc.

La matemática de esta fórmula tiene algunas consecuencias interesantes. Para empezar, un logaritmo es positivo cuando su argumento es mayor que 1 y negativo cuando es menor que 1. Entonces, 0 dB no significa que no hay señal, sino que la señal es igual a la señal de referencia.

Por eso, en presión sonora, los decibeles siempre son positivos, porque la referencia es la mínima presión de aire que puede percibir el oído humano. Y en audio, suelen ser negativos porque la referencia es la máxima señal eléctrica antes de la saturación del circuito o variable.

Por ser logarítimica, además, la escala del decibel crece rápido al inicio y más lento después, y cada vez que duplicas la señal, la escala aumenta en solo 3dB (aproximadamente). Entonces, un mosquito cerca del oído genera más o menos 3 dB, y dos mosquitos generan 6dB. Ahora bien, un cohete Falcon 9 genera 200 dB en la plataforma, pero dos cohetes solo llegarían a 203 dB, no a 400, que además sería una presión tan grosera sobre los átomos del aire que generaría una explosión nuclear.

Lo extraño es que la energía que se necesita para pasar de 200 a 203 decibeles es 10 triillones de veces mayor que la que se necesita para pasar de 6 a 7 db.  

¿Por qué usamos esta escala? Porque nuestro oído detecta diferencias de volumen no en valores absolutos, sino en términos de proporciones. Normalmente no detectamos cambios de volumen de menos de 1 dB, sea este decibel adiciona producido por un cohete acelerando o por un mosquito acercándose. Por eso también, en mezcla los ajustes menores a 2 dB suelen ser imperceptibles y por lo tanto inútiles, y un ampli de 100w no suena muuuucho más fuerte que uno de 30w.

Si te interesa el tema, aquí abajo te dejamos algunos enlaces que te pueden gustar.

ENLACES DE INTERÉS:

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¿Sirven las cajas de huevos para tratar acústicamente mi local?

En el tratamiento acústico detallado de un espacio buscamos absorción, para evitar una reverberancia muy larga que haga que todo sea una bola ininteligible, o el retumbo que provocan los modos propios de la sala; y difusión, para evitar que el rebote directo del sonido aumente los acoples y cause problemas de fase que cambie el espectro y el timbre de los sonidos.

Las cajas de huevo están hechas de cartón, que es un material blando y poroso, y por lo tanto son absorbentes acústicos. Pero además, tienen una supercie compuesta de pequeñas pirámides truncas unidas por semiesferas cóncavas que hacen que el sonido que no es absorbido tampoco se reeje como una supercie lisa, sino que se desvíe en varias direcciones, actuando como difusor. Entonces son la puta hostia!

Bueno, no, nada que ver.

Por una parte, la absorción de un material blando depende de su densidad y de su grosor. Y aunque el cartón podría llegar a ser un buen absorbente en un panel bien diseñado, el grosor de la caja de huevo, que es de apenas uno o dos milímetros hace que la absorción sea muy poca y en una banda de frecuencia muy acotada.

Por otra parte, es cierto que la geometría de la caja produce una cierta difusión del sonido, pero en un difusor acústico la geometría de los elementos que lo componen determinan las frecuencias que difunden y en qué dirección. Por eso, en los paneles difusores vas a ver elementos que, oh sorpresa, ni son todos iguales, para lograr un difusión lo más diversa posible, ni sus variaciones de forma y tamaño son al azar sino que se diseñan con ecuaciones bien tochas. Y como en las cajas de huevos toda la supercie va repitiendo las misma estructura, la difusión será bastante cutre.

Por lo tanto, como muestran unas mediciones que hicieron unos yankis, que se ve que ese día tenían tiempo libre, si llenas tu sala de cajas de huevo, vas a lograr atenuar algunas frecuencias alrededor de 700Hz, en donde están las fundamentales de muchos de los instrumentos solistas, y las frecuencias por encima de 3Kh, que es en donde están las componentes que hacen inteligible la voz humana y el brillo de los instrumentos. Pero no vas a evitar ni la bola de graves del bajo, ni el barro de las guitarras eléctricas, ni los acoples en los micrófonos de voces. Y mucho menos las quejas de los vecinos.

Entonces, a los músicos ¿las cajas de huevos no nos sirven para nada? No, hay una cosa para la que son perfectas.
Para guardar huevos.

¿Son caros los paneles acústicos?

Hay muchos tipos y calidades de paneles acústicos, pero los más utilizados en cualquier estudio o local de ensayo son los paneles planos absorbentes.

Los paneles absorbentes son básicamente planchas de un material blando y poroso. La eciencia del panel depende del material, del grosor de la plancha y de la instalación.

Cuando vas a comprar paneles acústicos por ahí, en general te vas a encontrar con este tipo de planchas de espuma, que además suelen tener una supercie ondulada que parece un difusor, pero en realidad no difunde nada. Es una forma de que el panel parezca más grueso sin serlo. Estos paneles, no es que no valgan para nada, pero la verdad es que valen para poco. Los baratos son demasiado finos y por lo tanto solo atenúan algunas frecuencias altas, lo cual empeora notablemente la acústica de la sala. Y los buenos suelen ser demasiado caros.

Para no fundirte comprando paneles, lo mejor es fabricarlos tú mismo. Con un poco de entusiasmo y un par de herramientas de carpintería, puedes fabricar paneles eficientes que no tienen nada que envidiarle a productos de alta gama. Incluso si tuvieras que comprar las herramientas te saldría bastante más barato que forrar tu local con paneles comerciales de buena calidad. Un panel de un metro cuadrado y 10 cm de grosor te puede costar 30 o 40 € si lo fabricas tú, y hasta 200€ si los compras en una tienda online.

Todos los paneles que tenemos en la Cafetera los fabricamos nosotros, con la técnica de marco de madera, bastidor, fondo de terciado y tela en el frente. Incluso utilizamos el sofá y una biblioteca de Ikea como estructura para unas trampas de graves en la sala de control.

Hala. A liarse la manta a la cabeza, como decimos en Aragón.

Enlaces útiles:

Paneles DIY 1

Paneles DIY 2

Paneles DIY 3

¿Cuántos paneles tengo que poner para que mi local suene bien?

Si quieres mejorar cómo suena tu local o home studio te interesan básicamente dos cosas: la reverberancia y los modos propios o modos resonantes de la sala.

La reverberancia se puede tratar fácilmente paneles acústicos, que se fabrican con materiales absorbentes como lana de roca o espuma, y cuando más gruesos sean, más ecientes serán para frecuencias medias y graves. Normalmente, unos cuantos paneles caseros de 10 o 15 cm son sucientes

Los modos propios, que son las resonancias de la sala que provocan retumbos y facilitan acoples en determinadas frecuencias, que en general se encuentran en la parte baja del espectro, son otro problema. Muchas veces, se pueden tratar sin mucha dicultad con “trampas de graves”, que son grandes absorbentes de amplio espectro que se colocan en las esquinas y los vértices. Pero hay algunos casos en que la cosa no es tan fácil:

  • En salas muy grandes, los modos propios son frecuencias tan bajas que exigen trampas gigantes que son poco prácticas.
  • En salas muy pequeñas, los modos resonantes corresponden a frecuencias tan altas que si se atenúan con las trampas absorbentes normales, que son de amplio espectro de frecuencias, pueden dejarte con un sonido más desequilibrado aún.

En estos casos son necesarias unas cosas que se llaman “paneles resonantes” que se construyen para cada frecuencia que se quiere atenuar y son más caros, aunque pueden ser más o menos baratos si te las haces tú. Y en todos los casos es importante realizar mediciones y cálculos, que parecen un marronazo, pero al nal te van a ahorrar tiempo y dinero, y te van a dar una seguridad en lo que estás haciendo que vas a agradecer.

Enlaces útiles:

Cálculo de modos propios

¿Tratar acústicamente tu estudio o sala de ensayo es caro o es barato?

Depende: una cosa es acustizar y otra es aislar.

La acústica de una sala es cómo se comporta el sonido dentro de la sala. Acustizando lo que buscas es mejorar tu experiencia dentro del espacio. Podemos modicar la acústica de la sala con un montón de medios baratos como paneles acústicos caseros, y a veces ni siquiera hace falta, porque un sofá viejo, una biblioteca, un suelo de madera, ya hacen que muchos sitios cotidianos sean adecuados para tocar e incluso grabar música sin ningún tratamiento especial. O sea, si lo haces con inteligencia, ¡es BARATO!

Otra cosa es aislar. Eso es lo que necesitamos cuando nos gusta tocar fuerte pero no queremos molestar a los vecinos. Para eso, no hay caja de huevo ni panel absorbente comprado en Alemania que te valga. Lo que hay que hacer es lograr que no haya ningún camino por el cual al sonido le resulte fácil entrar o escaparse, y eso implica paredes doble o triples, cámaras de aire, puertas especiales, suelos y techos otantes, y cosas así. O, si tienes suerte, una casa rural, nave industrial, chalet o gallinero que no tenga paredes ni fundaciones en común con nadie más.

Un mal aislamiento es el problema por el cual muchos bares y discotecas terminan cerrando cuando tienen problemas de ruidos con el ayuntamiento, porque modicar las propiedades de transmisión de sonido de un espacio que no fue diseñado para estar aislado desde el comienzo es como intentar que un colador no pierda agua tapando los agujeritos con los dedos (CARO).

Entonces, el tratamiento acústico es caro o es barato?
Acustizar es entre barato y muy barato. Aislar es entre caro e imposible. Síguenos para más malas noticias.

Nota: Aquí utilizamos el término «acustizar» que en rigor no está en el diccionario de la RAE, y como decimos en ARagón, es «un palabro». Es decir una palabra un poco inventada o de jerga. En Argentina (de donde yo vengo, hola , soy Nico) esa palabra se usasiempre, y en el resto de Latinoamérica también. Aquí se usa el término «insonorizar», pero en rigor tampoco es correcto, porque insonorizar es, efectivamente, aislar, y este artículo/reel trata justamente de la diferencia entre insonorizar (aislar) y tratar la respuesta acústica de la sala para una mejor experiencia dentro de la sala. A esto último, en Latinoamérica le llamamos «acustizar» y no parece haber una palabra propia correcta en España. Porque «insonorizar» no es, ya te explique, coño. Y «tratar», así, solo, pues es cierto que se usa, pero no es muy especíco. Hala. Eso.